Semana.com
La sorpresa sueca
Sábado 8 Octubre 2011
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Como es su costumbre, la Academia Sueca ha sorprendido otra vez. Aunque el ganador de este año, el poeta Tomas Tranströmer, aparecía en la lista de los opcionados, no llegó a tener nunca el favoritismo del sirio Adonis o de Bob Dylan. Premiar al mayor poeta de la lengua árabe (Adonis) o a la reconocida estrella de la música popular (Dylan) habría sido un indudable golpe de opinión. Pero no, la Academia ha preferido alejarse de lo predecible. Y seguir alimentando la polémica: no deja de ser arriesgado otorgarle el Premio Nobel de Literatura a un compatriota. Tal vez por eso Peter Englund, secretario permanente de la Academia Sueca, salió rápidamente a acallar las suspicacias y los previsibles ataques de chauvinismo: "No hemos sido imprudentes en el escogimiento de un sueco. Lo hemos pensado mucho. Hay que tener en cuenta que no es una práctica reiterada: el último sueco en ganar un Nobel fue en 1974, hace cuarenta años, cuando los autores Eyvind Johnson y Harry Martinson lo ganaron conjuntamente".
Peter Englund no vacila a la hora de resaltar las cualidades literarias de Tomas Tranströmer: "Él escribe sobre las grandes preguntas: la muerte, la historia, la memoria, la naturaleza. Ve a los seres humanos como una especie de prisma en el que esas entidades se encuentran y nos hacen importantes. Usted nunca puede sentirse pequeño después de leer la poesía de Tomas Tranströmer". Y lo cierto es que el poeta premiado no es ningún desconocido en el mundo literario, como lo prueba el hecho de haber sido traducido a cincuenta idiomas. Lo cual quiere decir que solo es superado por Pablo Neruda en lo que se refiere a su presencia en otras lenguas. Para Dave Bonta, especialista en la obra de Tranströmer, no deja de ser paradójica la comparación: "Neruda a veces escribió tanto en un año como Tranströmer ha escrito en una vida". Y es cierto: su obra poética completa y su libro de memorias difícilmente superarían las 250 páginas, apenas para una edición de bolsillo. Sin embargo, Bonta reconoce muchas similitudes entre los dos poetas: "Su poesía tiene en común un vocabulario rico en imágenes del mundo natural". Ambos consideraron a la naturaleza digna de tratamiento poético; ambos vivieron gran parte de su vida en casas junto al mar, entre el océano y la orilla: Isla Negra para Neruda y Runmarö para Tranströmer.
La Academia Sueca, acusada muchas veces de no leer a los escritores en sus lenguas originales, esta vez ha invertido el problema de la dificultad del idioma. ¿Cómo apreciar en su verdadera dimensión a un poeta que se caracteriza por su musicalidad y por su manejo 'exquisito' del sueco? Neil Astley, su editor en inglés, considera que, pese a su aparente sencillez, no es fácil traducir la poesía de Tranströmer. "Encuentro que es un poeta tremendamente visual. Leerlo es ver lo que él describe. ¿Cómo traducirle a la gente que no ha visto nunca un paisaje sueco y no sabe a qué se refieren las palabras?". Su traductor al español, Roberto Mascaró, no ve ese obstáculo: "Su poesía demuestra que las lenguas son barreras superables, como queda claro al ver que llega a países como el mío, Uruguay". Y para Diego Moreno, fundador de la editorial Nórdica, que ha publicado la poesía completa de Tranströmer en español, "solo su nombre es difícil de pronunciar, porque su poesía es sencilla".
Lo mismo ocurre con los suecos, felices de que su gloria nacional haya alcanzado a recibir el máximo honor de las letras. Porque Tomas Tranströmer es un hombre de 80 años que a causa de una hemiplejía tiene serias dificultades de movilidad y de comunicación. El hijo de una profesora y un periodista que se ganó la vida trabajando como psicólogo de discapacitadoss y delincuentes juveniles. Una profesión que sin duda le ayudó en su trabajo poético, en el que no hay fronteras entre lo consciente y lo inconsciente, entre el dormir y el despertar: "Un poema no es otra cosa que un sueño que yo realizo en la vigilia".
En diez años, ocho premios Nobel han sido para europeos. ¿Eurocentrismo? La Academia hace caso omiso de las críticas, satisfecha de poner los reflectores sobre un autor que merece ser leído. Y, cada quince años -la última fue Wislawa Szymborska-, recordar que la poesía también existe.
El candidato de las apuestas
A pocas horas de conocerse el ganador del Nobel de Literatura hubo revuelo en las casas de apuestas. La razón fue el súbito ascenso de Bob Dylan, el músico norteamericano que se ha ganado un lugar entre los grandes más por el contenido de sus letras que por su virtuosismo al interpretarlas. Un día antes, las apuestas a favor de que el premio le fuera entregado a Dylan pasaron de 100 a 1 a 5 a 1. Incluso en sitios reconocidos como ladbrokers.com encabezó la lista de opcionados hasta el último momento. Este ascenso generó expectativa, aun cuando es bien sabido que el líder en las apuestas difícilmente es el elegido. Muchos esperaban que Dylan fuera el primer músico en recibir el Nobel de Literatura. “La gente especula más de la cuenta. Los apostadores suelen inflar a personajes que están abajo en la lista de especulaciones, porque si ganaran las apuestas, darían 150 veces más. Obviamente comienzan a mencionar a alguien que no tiene la menor posibilidad, una especie de ovni literario”, declaró Peter Englund, historiador y secretario de la Academia. En 2008, Dylan obtuvo el Pullitzer por el “profundo impacto de su obra en la música popular y en la cultura americana, marcada por letras de un poder poético extraordinario”. Este año, Leonard Cohen, otro cantautor, recibió el Príncipe de Asturias de las Letras.
La Academia Sueca, acusada muchas veces de no leer a los escritores en sus lenguas originales, esta vez ha invertido el problema de la dificultad del idioma. ¿Cómo apreciar en su verdadera dimensión a un poeta que se caracteriza por su musicalidad y por su manejo 'exquisito' del sueco? Neil Astley, su editor en inglés, considera que, pese a su aparente sencillez, no es fácil traducir la poesía de Tranströmer. "Encuentro que es un poeta tremendamente visual. Leerlo es ver lo que él describe. ¿Cómo traducirle a la gente que no ha visto nunca un paisaje sueco y no sabe a qué se refieren las palabras?". Su traductor al español, Roberto Mascaró, no ve ese obstáculo: "Su poesía demuestra que las lenguas son barreras superables, como queda claro al ver que llega a países como el mío, Uruguay". Y para Diego Moreno, fundador de la editorial Nórdica, que ha publicado la poesía completa de Tranströmer en español, "solo su nombre es difícil de pronunciar, porque su poesía es sencilla".
Lo mismo ocurre con los suecos, felices de que su gloria nacional haya alcanzado a recibir el máximo honor de las letras. Porque Tomas Tranströmer es un hombre de 80 años que a causa de una hemiplejía tiene serias dificultades de movilidad y de comunicación. El hijo de una profesora y un periodista que se ganó la vida trabajando como psicólogo de discapacitadoss y delincuentes juveniles. Una profesión que sin duda le ayudó en su trabajo poético, en el que no hay fronteras entre lo consciente y lo inconsciente, entre el dormir y el despertar: "Un poema no es otra cosa que un sueño que yo realizo en la vigilia".
En diez años, ocho premios Nobel han sido para europeos. ¿Eurocentrismo? La Academia hace caso omiso de las críticas, satisfecha de poner los reflectores sobre un autor que merece ser leído. Y, cada quince años -la última fue Wislawa Szymborska-, recordar que la poesía también existe.
El candidato de las apuestas
A pocas horas de conocerse el ganador del Nobel de Literatura hubo revuelo en las casas de apuestas. La razón fue el súbito ascenso de Bob Dylan, el músico norteamericano que se ha ganado un lugar entre los grandes más por el contenido de sus letras que por su virtuosismo al interpretarlas. Un día antes, las apuestas a favor de que el premio le fuera entregado a Dylan pasaron de 100 a 1 a 5 a 1. Incluso en sitios reconocidos como ladbrokers.com encabezó la lista de opcionados hasta el último momento. Este ascenso generó expectativa, aun cuando es bien sabido que el líder en las apuestas difícilmente es el elegido. Muchos esperaban que Dylan fuera el primer músico en recibir el Nobel de Literatura. “La gente especula más de la cuenta. Los apostadores suelen inflar a personajes que están abajo en la lista de especulaciones, porque si ganaran las apuestas, darían 150 veces más. Obviamente comienzan a mencionar a alguien que no tiene la menor posibilidad, una especie de ovni literario”, declaró Peter Englund, historiador y secretario de la Academia. En 2008, Dylan obtuvo el Pullitzer por el “profundo impacto de su obra en la música popular y en la cultura americana, marcada por letras de un poder poético extraordinario”. Este año, Leonard Cohen, otro cantautor, recibió el Príncipe de Asturias de las Letras.